El cobre se ha convertido en un recurso estratégico para la transición energética, gracias a su papel esencial en la electrificación y en tecnologías como paneles solares, turbinas eólicas, baterías y vehículos eléctricos. Su demanda seguirá creciendo hacia 2050, no solo por los objetivos globales de descarbonización, sino también por su aporte a industrias innovadoras como la inteligencia artificial y la defensa. Frente a este escenario, la minería del cobre avanza con innovación tecnológica, prácticas sostenibles y una visión colaborativa entre empresas, gobiernos y comunidades, consolidando al cobre como un pilar del futuro energético y del desarrollo sostenible